EL CLUB (poema)
En el club de aquellos poetas
había risas de payasos, mulas dispersas,
gabardinas estropeadas, mesas, libros y cuchillos.
Olía a la sangre incolora de todos y a vinagre agraz
pero respiré poesía.
Escribieron sus memorias sin recordar
qué les había pasado en el burdel.
Redactaron una y mil placas
evocándose así mismos y dejaron caer la tinta
como deja caer el agua un borracho de amor.
Maldijeron como grupo ilustre y guerrearon
sin más poder que la palabra ruda
y áspera de su cuero.
Anunciaron a los vientos
que el fin todavía daba vueltas en sus estómagos.
En mi club, donde estás tú, mujer amada,
donde yace la vida y vive la muerte
donde puedes cabalgar y formar fila
en la puerta de un destino impropio,
estoy yo y mis brazos estaqueados.
No hacerlo, reduce todo
a una maldición secreta y legal.
¿Dónde entra el amor?
Juega el amor con nuestras manos.
Se mete en nosotros y a pesar
de las pieles enlutadas
quedan fuera del velorio
los muertos de risa.
El tiempo es preso de los relojes a vapor y arena.
Las callejuelas en los desiertos
fueron por donde los cuarenta y yo
pasamos de noche,
donde la emboscada nos desnudó el alma
y donde quedaron todos menos yo.
En el club que alguna vez fundamos
el agua nos separó en barcos distintos.
La cresta se elevó hasta alcanzar el cielo
y lo sublime se evaporó con el calor de dos cara
y la gran cama.
Jorge Stteger Bongoâ