EL REGRESO (poema)
En aquél espacio
no entraba luz por las rendijas
hasta que las abrí.
Las moscas se minimizaban
y hacían lo indecible para entrar
pero no pudieron.
II
Ya no soy esqueleto y cenizas viejas.
He salido a ver el sol y me duele.
Los huesos pálidos que arranqué de esa cueva
se visten de carne y calzo zapatos negros.
Los tenía puesto sin calcetines y desarmado los nudos.
Pude caminar cuando dejé de estar acostado.
Consigo ver aunque lo que veo no me gusta.
Mi olfato se ve agotado y huelo algo rancio.
La comida no me apetece
y a la voz la tengo seca.
Los sentidos aparecen como aparece un rayo
pero la vista se me nubla
y no comprendo lo que ven en mí.
Ando las calles en busca de algo que no encuentro
y lo que veo no me agrada.
Algún día viví y me gustó pero ahora que regreso,
la tormenta empeora a cada paso.
Me lava un agua helada sin cloro y gusto a primavera.
Paso por un lugar conocido que huele a menta.
Una sombra tranquila, disciplinada y mansa
me ve llegar dónde la luz es difusa y escasa.
Los pájaros parecen asustarse al verme
y los perros erizan sus pelos en el lomo y aúllan.
Varios semáforos me ignoran.
La camarera de la terraza es nueva pero conocida.
Se fija en mí pero no me ve.
No me dice palabra
y sin su sonrisa habitual atiende a otros clientes.
No seco las lágrimas
en el frío húmedo de mi piel insuficiente
y un botón del abrigo de hojalata
se me vuela con el viento.
Me paro a ver a mí alrededor
y busco la mirada de la camarera
que alguna vez fue mi amiga.
Voy hacia ella
e ignora mi presencia.
Me toco la cara helada
y busco el cabello que no peiné al salir…
Ella no me sonríe ni se alegra de verme
-¡Hola! ¡!¡Soy yo!!!
el mismo que fui antes…
III
De repente me di cuenta lo que soy.
Otro fantasma me lo dijo...
Jorge Stteger Bongoâ