...Y TÚ, SIEMPRE TÚ... (poema)
En el hipo de los eruditos
se despertó el alba después de roncar
toda la siesta.
Hacía calor bajo tus faldas de hilo blanco
y despertó el aristócrata de su letargo
pero antes,
surgió la magia entre tus pies descalzos.
Hizo frío después de disimularse el cuarto creciente
tras los pasos y espacios, orden y fortunas
de la acordeón y mis yemas.
No hubo música, no hubo pies que caminaran
y no hubo espacio entre tú y yo,
piropeada, bella, divina y distinguida dama mía.
Las vías, los baches, las sombras de las cañerías,
de cables cruzados y gotitas de rocío
se hacían madrugada lentamente.
Para llegar,
caminé con el paraguas cerrado mientras llovían penas.
El anonimato de los árboles
abrigaron mi cuerpo cuando los vientos huracanados
se hicieron luz sin más llanto que una sonrisa.
Allí descansé.
Deposité mi cuerpo yerto para ser templado
por los dedos del alba y su gracia.
En la madrugada de sagaces prendas y desnudos
troté para llegar al desguace de las eternidades
y llegué antes que te incinerara el día.
Tú no estabas preparada para el escándalo
en cuatro paredes pero gemiste, te revolcaste
como se revuelca una cobra en busca de la caza
como se mueven las aguas en una tormenta
y paraste tu andadura la noche después.
Permanecí escéptico a tus reacciones pero amándote.
Bajo el antojo de tus objeciones y clamores, dudas,
temores y críticas, réplicas y cálidos besos
pediste que violara tu intimidad, que te poseyera
que te dijera puta, perra y reina.
Quisiste que el sol ahondara de nuevo en tus ojos.
Metiste toda nuestra desfachatez en la licuadora
y te dejaste amar.
Pediste al altísimo
que te incendiara el último grito antes del orgasmo
y rogaste que muriera en ti
y ahora que muero, sin ti cerca, lo hago por obligación…
II
Encontré al fiasco servido frente a mí.
En la estantería, una botella sin descorchar
holgazanéa en la bodega del pretérito imperfecto
del verbo desear.
No estabas tú ni lo estás ahora.
Tengo tatuado
el aroma de tus senos en mis manos,
tu silencios en mis oídos
mil besos en mis labios y tú
siempre tú, sigues en mi corazón apapachada.
Jorge Stteger Bongoâ