ESOS BESOS QUE NO NOS DIMOS (poema)
Si rompes los muros del callejón
pasas por la abertura como pasaron en Berlín
y brotas a la vida nueva,
reclutas pensamientos ignorados,
columpias los reproches viejos
y los ahogas bajo tus axilas
tendrás vida.
Cuando amanezcas después de la noche fosca
no te pierdas ese último funeral,
...después
después sonríe…
Cuando el vivo muerto de tus dudas y cavilaciones
no termine de crecer y muera
o, y,
cuando las alucinaciones sean reales, habla.
En ese lapso de tiempo no dejes de sonreír y soñar
Después del funeral. dejarás de llorar
y reirás como ríe la vida...
Cuando la muerte de todos los episodios
sean festejados y su putrefacción sea al tacto cenizas
y las enterremos en el carnaval,
tendremos la alianza eterna entre los dedos
marcados y perpetrados con un beso.
Después la música
nos llevará a bailar.
Estribillos como “mi cama es ancha”
entre tú y yo un manojillo de escarcha”*
se convertirán en “saudades”** y la escarcha,
agua para la sed.
II
Con los ojos mentecatos fijamos los sentidos
al sin fin en un lugar idílico.
Con el sabor en los oídos de la cicuta
paladeamos el veneno hasta embriagarnos
y cuando un día digamos
que la soledad no es más...
que la distancia no es más...
que renunciar a lo natural no es más...
y que por nuestros cuerpos
sean las manos, las que paseen sin destino
y puedan borrar las cicatrices de las acusaciones
dudas y las formas en que nos dijimos adiós
habrá silencio
para seguir riendo.
Cuando se haga pausa en la noche
veré cómo tus ojos santos duermen.
Tendré tiempo eterno para indagar en tu piel virgen
y disfrutar cómo me acariciaron tus manos suaves
a través del móvil.
Besarte será diferente. Oler tu perfume
será mi perdición como otras veces.
Podremos,
(sentados a un lado del acantilado)
ver el hundimiento del ayer
anotado en los calendarios y que fuimos tirando.
En las muecas quedarán vestigios de lagrimas
y se evaporarán las aguas
para seguir riendo.
III
Nuestros cuerpos no serán lejanos…
IV
El socavón del muro caído
será la tumba para el pasado que pasa hoy.
Enterraremos en el mismo ataúd
el traqueteo de las pesadas ruedas del tren,
las maletas y las toallas del hotel de turno
las dudas, los sinsabores de un teléfono roto
y tanto tiempo perdido.
Los te quiero y te amo irán en un sobre aparte
y los besos dichos harán las veces de precinto.
V
Por la soledad de tu cuerpo el cercano cuerpo mío.
Por las palabras encubadas dentro del teléfono
nuestros alientos prontos
y aquellos besos que no nos dimos, serán
las cerillas con que incendiaremos el volcán…
Jorge Stteger Bongoâ