PATERA QUIMERA (poema)
Estoy.
Sumerjo
pocas energías entre los peces.
Con la utopía bajo mi gorra
vi el mar por primera vez
en un puerto de palos.
Creí con el sueño de otros.
Subí a la patera de la quimera
sin patentes o adherentes
y la costa se alejó sin remordimientos.
De noche,
la pasadilla se hace oleaje no manso.
Navegamos y batimos nuestras tripas bajo
miles de luceros incapaces de lamentarse.
Mis músicas negras están retenidas
en el miedo que santifica mi alma.
En la procesión de manos alzadas
me despidieron mi madre,
el hermano más pequeño de los ocho restantes
y mi perro albino.
Tuvieron para darme lágrimas,
buenos deseos, cien abrazos
una bolsa con naranjas y un dulce adiós.
-Pronto nos veremos…
-Volveré por ustedes…
Desde las tranquilas sábanas blancas,
lluvias sedientas de tierra
al hambre y las ganas de comer,
a la sed...
a la marejada furiosa
que nos arrastra sin piedad ni tiempo
hay mucha diferencia.
La noche,
(como las bocas de los lobos al asecho)
se hace inmensa.
La distancia se triplica en el reloj
que vomita fechas viejas y segundos inservibles.
La eternidad comienza en el fondo del mar.
Queda quieta y se establece como un mandato
y se constituye en contra de mi
como en el último martillazo
sobre el techo de la chabola.
Entre ellos y yo
me hice amigo del dolor que no extraño.
Mi documento de identidad
y mi identidad que están perdidos
no vuelven a buscarme.
Huyen y se evaporan como haría yo
si pudiera de mi destino.
Identifico las galaxias que estudiaba en la aldea.
Las luces se apagan
y la quimera se ahoga con agua salada.
El frío es extraño y cuece mis temblores.
II
El sueño era de otros y a él nos subimos.
No ganamos
y perdimos todo cuanto fuimos.
Embarcamos
después la mar nos tragó…
Jorge Stteger Bongoâ